sábado, 10 de octubre de 2009

Consejos paternos. Una muerte digna.

Consejos paternos.

—Desconfía, cásate, ten varios hijos y una amante que te proporcione un escape de la monotonía y excelente sexo clandestino. Sé feliz o intenta ser feliz o solo finge ser feliz, como hacemos tu madre y yo. Procura ser un buen ciudadano o al menos paga los impuestos, procura ser un buen vecino o al menos paga las cuotas de condominio, procura ser un buen samaritano o al menos aporta unas limosnas (sin comprometer tu salario). Estudia, trabaja, come, bebe, caga, duerme y sueña solo lo necesario. ¡Ah! recuerda levantarte temprano, mañana es domingo e iremos a la iglesia.

El niño parpadeó, apenas tenía cinco años.


Una muerte digna.

Hacer el amor durante tres días de mil años con una mujer blanca, negra o del color de los jacintos. Hacerlo hasta lograr la máxima tensión en el último de los tendones o hasta que todo el cuerpo duela. Olvidar, de a poco, toda la filosofía, toda la poesía, toda la música y las modernas teorías del estado. Olvidar los amores platónicos y el silogismo aristotélico. Olvidar las aspiraciones políticas, las pretensiones intelectuales, las treguas, las guerras, las ideas preconcebidas, el arrepentimiento, la moral burguesa, el marxismo, el fracaso, la realidad y todas las mentiras que nos contó la maestra.

Hacer el amor, tener sexo, lenta, mansamente, furiosamente sobre la tumba de cien antepasados sajones sin sentir remordimiento. Volver al verdadero estado natural del que habló Rousseau. Sentir la afición al infinito que soñó Baudelaire, antes del fin, durante el paroxismo, cuando se nublan los ojos.
Después, cuando el cansancio acabe casi por completo con la voluntad, saltar al Iguazú, donde el agua y el estruendo disuelvan la carne, los huesos, todo el miedo, todo el hastío, toda la ira. Todo en absoluto. Hasta la última molécula de condición humana.
Que el Eros aseste una estocada mortal, ineludible a la civilización. Que gane Marcuse. Que otros más o menos afortunados hereden el mundo.


6 comentarios:

Vicky Cateura dijo...

Después de verte en mi blog, esa cosa que mató al gato, llamada curiosidad me ha traído hasta aquí, donde ya llevo un buen rato leyendo y releyendo todos tus escritos, y si he de ser sincera espero que nadie me obligue a decidirme por uno, porque no sabría con cual quedarme, a no ser de tener la opción de elegirlos todos. Como sé que eso no se puede hacer, creo que me quedaré para poder seguirte de cerca.

Ha sido un placer encontrar este blog.

Un saludo

Posmoderna dijo...

que humano

Sofía B. dijo...

No parace un mal plan.

Todo un descubrimiento tu blog.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Conozco a alguien que sufrió varios lavados de cabeza un poco distintos a éste a los 6 ó 7 años...

Creo que por eso ahora mismo no soy capaz de confiar realmente en nadie :S

algo para mostrar dijo...

F, es hasta que el cuerpo duela, y mas allá, ahi se vuelve sublime.

mün dijo...

vaya padre...

me ancantó tu texto...

bye