Pensé que nunca más volvería a escribir en este lugar. De hecho, había eliminado Afición al infinito por varias razones; falta de tiempo, aburrimiento y el hecho de que las únicas visitas regulares que tenía provenían de una muy agradable mexicana cuyo nombre era Nohemí, me parece y de un venezolano con ideas suicidas que tenía un blog excelente llamado Grosera Filosofía, que para mi pesar ya no existe. Probablemente, tampoco exista ya ese venezolano, considerando su exacerbado interés en las técnicas suicidas orientales.
No sé con exactitud que motivos me han traído de vuelta. Probablemente cierta nostalgía, cierto anhelo de expresarme o la ineludible necesidad de escribir. Escribir sobre todo. Escribir sobre nada. Inventar. No sé... Quizás la vana esperanza de que alguien entre y lea y que le guste lo que lea.
He perdido la práctica y no estoy seguro de como debo escribir este primer post que se supone debe ser interesante y atractivo. Sé que si pierdo tiempo pensando en como debo hacerlo, en el estilo, en la ortografía y todo lo demás, seguramente termine desanimándome y acostándome a dormir.
Tengo una idea. Escribiré sobre mí y mis circunstancias.
Soy venezolano y vivo en una ciudad llamada Maracaibo. Maracaibo es un lugar bastante caluroso que tiene como único patrimonio natural un lago bastante grande y excesivamente contaminado. Sobre el lago está construido un puente que es capaz de avivar en los marabinos los sentimientos más notálgicos y melancólicos que puedan imaginar. Sin embargo, ese puente es arquitectónicamente irrelevante y del lago emana un olor fétido producido por un extraño género de plantas que pulula en sus aguas.
Tengo 20 años (los cumplí ayer, de hecho). Lamento tener 20 años. Me parece una edad tonta. Si. Me gustaría tener 55 o 5. Preferiría ser un viejo con arrugas y cansado de la vida o un niño lleno de esperanzas y carente de preocupaciones. Pero no, tengo 20 años, que es una edad relativamente jodida.
Estudio una carrera que no me gusta y estoy rodeado de un pequeño grupo de amigos, todos buenas personas en mayor o menor medida. David, un homosexual ocurrente, Carmen, que es estudiosa y analítica, Silvia, extremadamente nerviosa y extremadamente sincera. ¿Quién más? Patricia, católica fanática y Sergio, que casi no habla y que tiene una envidiable hablididad para conquistar mujeres. Olvidaba a Bárbara, la mujer que me gusta. Sencilla, hermosa, atea y misteriosa. La conozco desde que estudio primer año de derecho. Me gusta muchísimo. Nunca tuve el valor de decírselo hasta hoy. La besé, incluso.
4 comentarios:
Hola, un consejo, escribe lo que te de la gana, escribe para ti, te sientes bien con lo que cuentas? que se joda el resto del mundo, disfruta tus 20, yo voy por 36 y quisiera tener tu edad otra vez, Maracaibo es una buena ciudad para vivir, yo que te lo digo que estuve fuera un tiempo y no veia la hora de regresar, haz fotos, publicalas y cuenta porque te provoca hacer esa foto, este espacio es tuyo, y puedes hacer con el lo que te provoque, pasare por aqui a menudo, me gusto este rinconcito.
jaja
debo decir que tienes una manera de pensar parecida a la mia (Tambien soy de Maracaibo)
solo que tus 20 años te hacen mas maduro que yo.
Tambien me gusta mucho tu blog, gracias por leer el mio
Acabo de entrar en tu blog, y me encanta lo que escribes, te encontre entre mis seguidores y ahora te sigo y espero sigas postiando más de tus reflexiones inspiradoras.
Joder... yo escribía Grosera Filosofía.
El blog se suicidó, no yo.
Nos estamos leyendo.
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